Confesión: La palabra confesión deriva de la palabra griega que significa “hablar la misma cosa” o también “acuerdo” o “consentimiento”, es decir, considerar algo de forma cuidadosa y detalladamente para luego llegar a un acuerdo.

Nuestra confesión a Dios es el proceso de pensar las cosas en su totalidad hasta llegar al punto en que pensamos y hablamos lo mismo que Dios piensa y habla sobre nosotros y nuestra situación.

La confesión es un concepto que va mucho más allá de simplemente admitir que hemos hecho algo malo o incorrecto. La confesión y nuestro sincero arrepentimiento es necesario después de haber pecado, mas, sin embargo, la confesión también sirve como una tremenda, fuerte y poderosa arma espiritual; es una herramienta de tremendo impacto que podemos usar en contra del pecado en el momento en que venga a nosotros en forma de tentación. Cada vez que el pecado venga a nosotros a intentar hacernos caer en tentación, nuestra confesión, aquella que es genuina y honesta, permite que Dios trabaje a nuestro favor y envíe fuera al pecado de acuerdo con lo que dice la palabra en 1 de Juan 1: 9.

Las siguientes son herramientas que nos ayudan a alinear nuestras palabras y pensamientos a las de Dios:

1. Pregúntate a ti mismo, “¿Qué diría Dios sobre mí y sobre mi situación?”
   
   Basado en lo que Jesús dijo sobre sí mismo, Su naturaleza y carácter, y la forma en la que interactuó con la gente a su alrededor, ¿qué diría Él sobre mí y sobre mi situación?​


2. Responde a las siguientes preguntas de acuerdo con la perspectiva de Dios e imagínate como si Él te estuviese hablando:
   
   ¿Qué repercusiones y consecuencias están teniendo _____ en mi relación con Dios?
   ¿Qué consecuencias está teniendo _____ en base al fruto del Espíritu Santo en mí?
   ¿Cómo me hace sentir ______ en cuanto a mí se trata?
   ¿Qué consecuencias está teniendo ______ en mis relaciones con aquellos más cercanos a mí?
   ¿Cuáles son aquellas buenas cosas y/o promesas de Dios que ______ está intentando robar, matar o destruir en mi vida?

3. Asegúrate de que todas tus respuestas sean y vayan de acuerdo con la Palabra de Dios escrita en la Biblia y que concuerden con Su corazón compasivo hacia nosotros.

4. Ahora declara las respuestas que Dios te ha dado para las cinco preguntas anteriores.
   
   Ahora, continúa confesando y declarando las respuestas a estas pregun- tas cuando sea necesario. Si estás descubriendo y hablando lo que Dios hablaría, entonces estás hablando la verdad; Dios y el cielo entero apoya- rán la verdad.
   
   Confiesa y declara la verdad sin importar cómo te sientas. Si persistes en este proceso es inevitable que eventualmente arribes al punto en que tu mente y corazón estarán de acuerdo con la plena y única verdad de Dios.

5. La confesión requiere un compromiso simultáneo y total a la obedien- cia, ya que de no ser así se torna a ser meramente una colección de palabras sin sentido que resultará en una vida inestable.

   Al persistir en este proceso, madurarás y serás mejor entrenado para discernir entre el bien y el mal. (Mateo 7:21-27; Hebreos 5:11-14; Juan 7:17; 8:31-32)